Lecciones de Jesús sobre el Liderazgo

Devocional Marzo 01
Cuando miramos el ministerio de Jesús, es fácil ver cómo los que le rodeaban deben haber pensado: ¡Qué líder! Él les llenó el estómago de comida, sanó sus enfermedades y prometió un reino en donde serían libres para adorar a su Dios. Mientras tanto, en esos mismos momentos de ensoñación cuando muchos esperaban lo mejor, simultáneamente había un plan para matar a Jesús.

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La Tormenta que se Avecina

Entre las obras más preciadas de mi biblioteca hay un juego de seis volúmenes, escrito por Winston Churchill, que cubre el tiempo de transición durante la Segunda Guerra Mundial; no sólo durante la guerra, sino la preparación del pueblo para la guerra. De hecho, su primer volumen está dedicado a toda la idea de cómo se desató la guerra. Él tituló ese volumen, apropiadamente: La tormenta se avecina.

Churchill pone la escena después de la Primera Guerra Mundial, cuando la paz estaba en boca de todos. Bailaban por las calles, alegrándose con los soldados y marinos que volvían de esa guerra. La gente andaba por todas partes con la idea de que todo se acabó, lo peor ya quedaba a sus espaldas, y lo mejor estaba por venir; que la Primera Guerra Mundial había sido la guerra para terminar todas las guerras.

Pero Churchill hizo una pausa en medio de esta celebración para recordarles a todos que la Alemania derribada y derrotada ya estaba en el proceso de volver a armarse. Lo que parecía ser el fin de algo terrible, era el tiempo para reagruparse para algo incluso peor.

La historia nos enseña algo respecto a la vida actual. En tanto que hay mucho debate en cuanto a restaurar la paz, promesas de una mejor economía y revuelo por el cambio político, es difícil no imaginarse que detrás de la euforia pública haya una tormenta que se avecina.La navegación por las tormentas inesperadas requiere liderazgo firme en la verdad; aunque eso significa pisar unos cuantos callos.

La Tormenta que se Avecina Alrededor del Ministerio de Jesús

Cuando miramos el ministerio de Jesús, es fácil ver cómo los que le rodeaban deben haber pensado: ¡Qué líder! Él les llenó el estómago de comida, sanó sus enfermedades y prometió un reino en donde serían libres para adorar a su Dios. Mientras tanto, en esos mismos momentos de ensoñación cuando muchos esperaban lo mejor, simultáneamente había un plan para matar a Jesús. 

Ahora bien, si uno no conociera de manera familiar el relato, uno nunca podía adivinar que este plan estaba encabezado por religiosos. Toda la idea de poner a un hombre como Jesús en una cruz, y clavarle las manos y los pies, dejando caer ese madero en un agujero, y dejarle allí para que se muera, suena más como algo que una pandilla de romanos politeístas inventaría. Pero en realidad el complot para destruir a Jesús empezó en los corazones de algunos a quienes Jesús había hecho avergonzar profundamente con sus enseñanzas. Eran hipócritas a quienes les gustaba que los vieran en lugares públicos, y que, con vestidos largos, y oraciones largas y presencia impresionante. Eran los dirigentes religiosos y políticos de los judíos: saduceos, escribas y fariseos; y Jesús los sacaba de quicio.

Hallo interesante que en Mateo 10 Jesús va en contra de toda noción de agradar a la gente al indicar la misión de su vida en apenas un puñado de palabras que aturden.

No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.

Mateo 10:34–36

Jesús no dijo que deberíamos dejar de honrar y apreciar a nuestros padres y familia. Simplemente estaba diciendo que cuando se trata de la lealtad máxima, primero debe ser a Cristo y a ningún otro. Esa es enseñanza dura, pero a menudo es el costo de defender la verdad. En medio del conflicto, Jesús recordó Su misión.

Extractado de Liderazgo Audaz en un mundo Corrupto, como liderar con perseverancia de Charles R. Swindoll. (Plano, Texas, IFL Publishing House, 2011)

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Es importante que entendamos que el significado es diferente al valor personal. Nuestro valor es un regalo de Dios. No podemos ganarnos Su amor, ser más valiosas para Él, o llegar a tener más valor por cualquier cosa que hagamos o dejemos de hacer. El vivir una vida con significado no afecta quienes somos ante los ojos de Dios, ni nos hace más valiosas. Somos valiosas porque Dios nos creó a Su imagen y nos ama.

El significado, es responder al amor de Dios al aceptar Su más grande regalo de amor, Cristo, y caminar con Él en la travesía de vivir una vida de significado. Vivir una vida de significado es una travesía: es la forma continua de crecer en tu relación con Dios y de vivir Su inigualable misión para ti. El camino hacia una vida de significado es vivir una vida de sentido, sustancia y propósito.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. (Efesios 2:10)

Somos hechura suya, una perla preciosa, una manualidad, una obra de arte . . . ¡Somos una historia única!

Linda verdad para crecer espiritualmente y vivir el propósito especial que Dios tiene para cada una.